Martha Lucía Arboleda, trabajadora de hogar de Colombia nos cuenta la experiencia de su trabajo. Se trata de un trabajo duro. A mis 41 años, ni siquiera tengo un domicilio propio. En estos años, he pasado mis días libres en las casas de amigos y familiares. Pero las empleadas domésticas tenemos una vista privilegiada de la sociedad: podemos asomarnos a lo más íntimo de las familias. De puertas afuera, todos somos amables. Pero, de puertas adentro, nuestros defectos quedan al aire.