«La población femenina latinoamericana es uno de los mejores indicadores de la salud económica de la sociedad vasca. Cuando aquella crece, la situación económica mejora o se estabiliza.» Está es la contundente conclusión a la que llega la Panorámica 66: Mercado laboral y mujer inmigrante. Un binomio indisoluble en el País Vasco ( Observatorio Vasco de Inmigración) y aclara que «estos datos relativos a la mutación del mercado laboral, más la constatación del refuerzo de mayor presencia de población de origen latinoamericano según el último padrón a 1 de enero de 2017, nos llevan a establecer la siguiente afirmación: el relanzamiento inmigratorio de las poblaciones latinoamericanas nos permite afirmar que la clase media vasca siente un suelo más firme, solicita inmigración y que, en gran medida, una parte muy relevante de la población vasca vuelve a parámetros similares a los del comienzo de la crisis.«
SIn duda para las clases medias vascas la noticia no puede traer más que esperanza, y tal como se plantean las conclusiones esta ímplícito que el lugar de la mujer latinomamericana en Euskadi es el trabajdo doméstico que permita a las clases medias desarrollar su vida sin cuestionamientos écticos ni moral sobre la condiciones en las que esas trabajadoras extranjeras realizan su trabajo , ni se planteen después de 25 años de políticas de igualdad que rol cumplen los hombres de las clases medias en las responsabilidades que les caben dentro de la organziación familiar.
El buen estado de la salud económica de la sociedad vasca se celebra pudiendo contratar en el mercado globlal mano de obra barata, para el cuidado de personas dependientes y limpieza del hogar en segunda opción, porque lo que no dice la estadística es que bajo el paragua de «empleo de hogar» se esconde la función principal que cumplen las trabajadoras extranjeras en los hogares vascos: cuidado de personas mayores.
Desde la Asociación Malen Etxea, de mujeres inmigrantes no es la primera vez que señalamos la contradcción política que existe en el planteamiento de una sociedad en igualdad y equidad, sin tener en cuenta la situación de miles de mujeres que trabajan en condiciones de servidumbre, privadas de la libertad y al servicio full time del empleador, con salarios de miseria que solo se justifican desde la convicción initma de hay personas que por su clase y su origen tienen una función que cumplir .
Esta realidad de concepción clasista y racista de la sociedad se refleja en las estadísticas «el sector de las tareas domésticas suponía el 38,8% del total de las mujeres de origen extranjero ocupadas en la CAE en 2010 y ha pasado a ser el 50,2% en 2014. Dicho en otras palabras, una de cada dos mujeres inmigrantes ocupadas en la CAE trabaja en el sector de las tareas domésticas
Hablamos de concepción clasista y racista de la sociedad, porque reinvidicamos el trabajo de cuidados y el trabajdo de hogar como un trabajo que debe ser como cualquier otro: jornalizado , que permita la vida en libertad de las trabajadoras. Ninguna sociedad democrática puede admitir que existan trabajos de servidumbre, 24 horas, sin descansos .