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20 años de Malen Etxea,  por un camino de justicia social

La migración es un proceso que duele más de lo que pensamos. Encontrar un lugar que te dé seguridad psicológica, emocional y física, es un vacío con el que las mujeres inmigrantes batallan continuamente.

Estas necesidades eran más notables 20 años atrás, lo que impulsó a un grupo de mujeres inmigrantes latinoamericanas a organizarse, acuerparse y creer plenamente que es posible un cambio. Así nace Malen Etxea.

Esta es una organización de mujeres inmigrantes cuyos ejes de trabajo es la justicia social, trabajo en condiciones dignas, la visibilización de las políticas migratorias excluyentes y el bienestar emocional de las mujeres.

Es en este camino de organización y acuerpamiento que las mujeres notan un vacío en las organizaciones asistencialistas existentes, como la falta de un techo seguro. Un lugar donde refugiarte cuando repentinamente te quedas sin trabajo o bien te enfermas y no tienes ingresos fijos para pagar una renta.

Silvia  Carrizo, una de las fundadoras de Malen Etxea, es argentina de la Patagonia y se asentó en Zumaia.  Ahora entre risas cuenta que comenzaron a reunirse al fondo de un local donde había una tienda de txutxes (confites). “Estaba en dos cosas a la vez, atendiendo el negocio y atenta a la reunión de las mujeres”, recordó.

Si bien esto lo cuenta como anécdota, en ese momento era  un proyecto que le permitía inyectar toda su energía del duelo de la migración,  en acciones que cambiaba no sólo la vida de ella, sino también la de otras mujeres.

Entendió que la migración era un “problema político”, desde su país de origen y el de destino. Sobre todo en esa época, cuando migrar no tenía tanto auge como lo es en la actualidad.

“El migrar fue descubrir lo que ya sabíamos; las desigualdades, las violencias y  (Malen Etxea) fue el lugar que me permitió sobrevivir.  Poder reflexionar, rescatarme, sanarme y además fue la posibilidad de hacer red, de crear una casa para tantas, y tantas mujeres que en estos 20 años vieron en nuestra organización, un lugar de paz, de seguridad, un lugar de sonrisas, un lugar de proyectos, un lugar de sueños”, confiesa Carrizo.

Sueños que son tangibles por la persistencia de las mujeres trabajadoras que forman y han formado todo este tiempo a Malen Etxea. Se plantearon tener una casa, lograron dos, la primera en Azpeitia y la segunda en Zumaia.

“En esas casas damos acogida a decenas mujeres que el sistema no les alcanza a cubrir las necesidades. Es para las mujeres que necesitan un lugar de descanso, que necesitan cuidarse, que necesitan aprender, formarse para poder enfrentar el mundo que les toca hoy”, explica Carrizo,  quien fue presidenta de Malen Etxea en sus inicios, y ahora preside la Red  de Mujeres Latinoamericana y el Caribe.

Mantener esas casas en funcionamiento es el reto presente que han logrado sortear. Paralelo a los sitios de acogida, también trabajan por la mejora de las condiciones del trabajo de cuidados del hogar y personas.

Esa incidencia activa de Malen Etxea en las políticas de cuidado es otro fruto de estos 20 años de trabajo.

 “Podemos decir que gracias a nuestra lucha y a la lucha de otras organizaciones en Gipuzkoa siempre pudimos visibilizar la situación de injusticia y explotación que viven las trabajadoras inmigrantes de los hogares.  Hemos logrado que las cosas cambien, hemos logrado que el trabajo de cuidado tenga un poco más de visibilidad y reconocimiento, hemos logrado decir que no pueden haber esclavas. Que el trabajo de internas tiene que desaparecer como sistema de cuidado”, insiste Carrizo.

Ver: MALEN EXTEA Ekonomia sozial

Esa incidencia comienza desde que la mujer inmigrante tome conciencia que es sujeta de derechos, que los empleadores reconozcan los derechos laborales de las mujeres inmigrantes y que el Estado fiscalice su cumplimiento, agilice los trámites de regularización y facilite las herramientas de formación para las inmigrantes.

Malen Etxea ha presentado diversos estudios sobre la situación de derechos humanos y laborales de las mujeres inmigrantes en Euskadi, ha realizado campañas de información sobre los derechos laborales a través de obras de teatros, participación de ferias, plantones y en medios de comunicación tradicionales.

Yendo con esos pasos firmes en estos 20 años, cuando ya el camino está un poco allanado van apostando por acciones que diversifique la vida económica de las mujeres inmigrantes, haciendo parte de su lógica de vida la economía social.

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“Hemos logrado que compañeras de nuestra organización se organicen y emprendan procesos de empoderamiento en lo laboral. Creando sus propias empresas, emprendimientos y organizaciones de economía social para transformar esta realidad que como mujeres inmigrantes hemos vivido. La transformación social debe incluir a todas, debe incluir el respeto, y sobre todo las igualdades”, añade Carrizo.

En eso trabajan en la actualidad, en diversificar la oportunidades laborales, en que el autocuidado sea el principal eje en la vida de las mujeres y que nunca dejen de fijarse metas, trabajar por ellas y tener la fortaleza de poder redireccionar sus modos de vida.

 Por eso, cuando le preguntamos a Carrizo sobre ¿hacia dónde va Malen Etxea? se queda en silencio y segundos después, responde con un tono de seguridad y fuerza.

“Quisiéramos ir a un horizonte donde ninguna persona sea considerada ilegal, donde cada una de las trabajadoras, sus hijos e hijas tengan los mismos derechos que todas las personas”, aseguró.

De seguir este mismo camino, trabajando con convicción y compromiso como lo han hecho hasta ahora, lograrán la  meta. Para Carrizo estos 20 años de Malen Etxea “se convierten en una enorme satisfacción”, porque el tiempo, los esfuerzos y los sueños se han hecho realidad y confían en seguir ‘Pa lante´ por esa visibilidad de las mujeres Migrantes.