En el Día Internacional de los cuidados, es bueno poner la mirada en las políticas públicas de cuidado, y el primer dato que salta es que la Diputación Foral de Gipuzkoa, destinará un total de 515 millones de euros al departamento de Cuidados y Política Social, una cifra nunca antes alcanzada en los presupuestos .
Buceando en la web para conocer las propuestas del departamento de Cuidados y Política Social encontramos la estrategia Zaintza HerriLab que impulsa el “desarrollo de ecosistemas locales de cuidados destinados a mejorar la atención y el cuidado de las personas mayores en situación de fragilidad y dependencia que residen en su domicilio” Así presentado nos da la idea de que en Gipuzkoa, las políticas de cuidados, centradas en las personas son la prioridad y se desarrollan en un marco de cuidados de calidad justos.
Esto es un hermoso relato, la realidad es que la política de los cuidados en Gipuzkoa, fue y sigue siendo la explotación de trabajadoras inmigrantes, financiado con las ayudas a la dependencia en sus dos líneas: las ayudas para la contratación de asistente personal, y cuidado en el entorno familiar. En el esquema de ecosistemas de cuidados, de políticas que promocionan el cuidado en domicilio, no se incorpora, ni se valoriza en el análisis, el papel que desempeñan en la atención de personas dependientes en domicilio, las cuidadoras profesionales contratadas bajo el régimen especial de Trabajadoras de Hogar, como internas. ¿Se puede hablar de sistema justo
de cuidados cuando hay explotación laboral? ¿Se puede hablar de cuidados de calidad sin jerarquizar y valorizar las tareas?.
La OIT en su publicación “De la crisis mundial de los cuidados a unos cuidados de calidad en el hogar” , advierte a los Estados sobre la “necesidad de incluir a las trabajadoras de hogar en las políticas de cuidados y garantizar sus derechos laborales ya que atienden las necesidades de cuidados de los hogares privados, en el marco de las políticas y los sistemas nacionales de atención, pero a menudo fuera de estos ámbitos ”. En este punto es donde radica, el engaño y la mentira al hablar de cuidados justos y de calidad centrados en las personas cuando quien cuida esta sometida a un régimen de explotación, con salarios de miseria, al tiempo que se multiplican
en el territorio, la prestación de servicios a través de terceros devenidos en agencias falsas, empresas fantasmas y plataformas vámpiras.
La políticas de cuidados en domicilio en Gipuzkoa, se apoya primero y – como corresponde- en la contratación de una cuidadora profesional y a partir de este requisito cumplido, comienza el espejismo de los cuidados justos. El primer paso es el control de los Servicios Sociales Municipales ,que para gestionar la ayuda a la dependencia dan por bueno (la ley lo permite) que el contrato de una cuidadora profesional, sea dentro del Régimen Especial de Trabajadora de Hogar, por 40 horas, al valor del Salario Mínimo Interprofesional.
Esto solo debería ser motivo para entender desde el departamento de Cuidado y Políticas Públicas, que no se están haciendo las
cosas bien, pero esto se agrava porque tanto el departamento como la trabajadora social saben que ese contrato es en régimen de interna y cuando en Euskal Herria hablamos de trabajadoras internas, hablamos de trabajadoras inmigrantes y lo única respuesta que hay es: silencio.
Esta política de financiar la explotación laboral en los cuidados a través de las ayudas a la dependencia, va en contra de una política de cuidados justos, va en contra del Servicio de Atención en Domicilio que depende de los ayuntamientos. Cada día menos familias recurren a este servicio, por la sencilla razón de que es insuficiente y porque la administración le facilita poder cubrir el servicio 24 horas, aceptando que un contrato de trabajo de hogar de interna, por el salario mínimo es garantía de un sistema justo de cuidados.
En el Día Internacional de los Cuidados, reivindicamos una reforma integral de la Ley de la Dependencia, una implicación directa de los municipios en el Servicio de Atención Domiciliaria, aumentar de las horas de atención en domicilio a las necesidades de las personas usuarias del servicio, apostar por la economía social y solidaria en el ámbito de los cuidados en la comunidad.
La mayor esperanza de vida, el derecho de las personas a permanecer en su entorno social, marcan desde hace muchos años que los hogares, los pueblos y los barrios son el escenario en el que se deben desarrollar las políticas que garanticen del derecho al cuidado de las personas y esto debe tener relación directa con empleos de calidad, sin esta equidad, no se promueven ecosistemas justo, por el contrario se apuesta por beneficios salvajes para unos pocos.
Autora: Brenis Bermúdez, vicepresidenta de Asociación de Mujeres Inmigrantes Malen Etxea.